Poesía: Un hombre arrebatado
Un hombre arrebatado
no sirve;
se prende en candela
con todo y sus dientes
y regresa a ese
estado primario
donde solo existe hecatombe.
No puedes ser fuego,
destruirías todo.
El fuego calienta,
pero después
arrasa, incinera.
Por eso un hombre
arrebatado no sirve,
es elemento puro,
solo sirve para
quemar,
destruir,
corroer,
como el agua, el
viento, la tierra.
El sol es otra cosa.
Es un viejo cordial inventado
por nosotros.
Un señor milenario
que conoce las reglas del comportamiento.
Sin embargo, el sol
es inclemente.
No perdona.
No ama.
Solo quema,
arde,
destruye todo lo está
a su paso,
porque así es el sol.
Su gobierno sigue las
mismas leyes descomunales del cosmos.
El fuego es mucho
menos que el universo;
este se lo traga,
se lo engulle en un
manto negro que desaparece por las noches.
El fuego es la
rectitud y la catástrofe al mismo tiempo.
El universo, por su
parte, es magnificencia.
No habría ley, código
o pacto social
que pudiera enjuiciar
al cosmos.
Por eso un hombre
arrebatado no sirve,
se cree también lava mezclada
con acero
y estrellas fugases
y materia oscura
y se funde a sí mismo
hasta llegar a la tierra.
El hombre arrebatado
podría morder la boca
o maldecir.
La materia es limitada
y él,
el hombre arrebatado,
habita más allá del infinito.
EL CENTRO DEL PIXEL, una selección de poesía inédita del escritor venezolano Carlos Zarzalejo. Parte de su obra poética: poemas en verso y poemas en prosa.
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