Poesía: La nada significante 22-24

 

La nada significante 22-24


NADA SIGNIFICANTE


XXII

 

Mi ejercicio es el cosmos; la forma de grabar el brillo de la noche; una antigua instrucción que sube por los huesos; el aire descuidado de las esferas; desafiar la gravedad con las vocales.

Todo se mueve: los astros, sus lunas, los cuadernos de Alprazolam. Una malla captura un cardumen de supernovas. Hay algo que parpadea todo el tiempo en el espacio; juega a las figuras; hace sombras con los dedos.

Abril es el mes de los antiguos círculos. La flor abre sus labios a las abejas. Las fuerzas pactan con un caballo de polen. El cielo está limpio como un vals. Un sueño dulce en tu lengua debajo de mi lengua enloquece el olor de las manos en el zenit.

Despierto separando las nueces del polvo y escribo con los dedos suspendidos. Mi cabeza se estrella contra las nubes. Escribo una nota que se parece a una canción. En alguna parte del aire me encuentro, en alguna de estas grietas.

 

XXIII

 

El reloj se mueve hacia el mismo lugar que las hojas. Un prisma en el lienzo de Pink Floyd desaparece por el humo. Deslizo la botella. Arde la guitarra sobre los textos. Una computadora tiene mi rostro. Una taza de té.

Así comienza el día en la esfera estridente que recoge el amor. Soy un concierto en la azotea cuando me dejo la barba; toco simpatía en la tumbadora; ruedo contigo en el parque como un sushi; abro la luna para que entren los escombros de un saxofón. Abro las ventanas del blues.

Lo que llamamos tiempo, no se detiene en la mirada. Mirar es un viaje infinito. El ojo descifra la luz cuando permaneces frente al iris al igual que la voz. Además, no hay nada en el cuerpo que brille más que los ojos.

El movimiento es incesante en el océano óptico; sin cuadros por segundo; sin maniobras con los celulares. La vida sucede en el gas espeso que sujeta al cosmos. Una envoltura donde van los metales se amarra de los huesos. Los nuevos lenguajes (más elásticos), crean. La técnica se desprende como un diente de león y todos abrimos el paraguas mientras caemos sobre el futuro.

El lenguaje es más lento que los bits. Ya hemos construido un elefante dentro de una boa; un sombrero en una antena, un panel solar, un grillo. Descubrimos la telepatía podando la red.

Ahora buscamos el diseño del cuerpo.

 

XXIV

 

Las cuerdas pernoctan con una guitarra. La madera de nuestro pecho vibra entre las espigas. Mi lengua escapa a través del fuego. Alguien sopla un clavecín. El cielo es una guarida de caimanes.

El aire se dobla cuando despertamos los carbones. La combustión es un lingote debajo de las nubes; nos cocinamos al horno. Tocamos la pandereta como los gitanos. Celebramos el vacío que visita el hogar.

La madrugada se cuela a través de las flores; la noche sopla las velas. El día se asoma por las canciones que dejamos en el humo; una niebla de ceniza entre los cabellos; una hélice de partículas; un grano de arroz; mi nombre dormido entre los helechos.

Un ligero olor a humano sale de la atmósfera; un aroma que es inteligente en la brisa.



EL CENTRO DEL PIXEL, una selección de poesía inédita del escritor venezolano Carlos Zarzalejo. Parte de su obra poética: poemas en verso y poemas en prosa. 

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