Poesía: La nada significante 25-28
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Hay que vivir…
XXV
Canta el fuego del gavilán afilado en
mi cabeza. El que atrapa las gallinas lanza el doble seis. Paso. Estás hasta la
médula. Tenemos muchas piedras suena
en una radio local donde repican los dedos de Palmieri. Las blancas y las
negras se juntan para hacer un túnel por debajo de la prisión. Nadamos en las
espumosas fragancias mientras asediamos a los animales.
Bien sabroso está el café que perfuma
tus mejillas, abuela. El sonido del marfil se enfrenta a la tarde caliente del
iris. Se impone una inteligencia giratoria en tus manos abarrotadas. Cuadro a
seis. Los hijos se reúnen a buscar el hielo de los recuerdos, hielo que rebaja
el ámbar de los timbales.
El son se apodera de un quinto
parecido a Beethoven; este es un asunto que los críticos no entienden: el corazón
ha sido percutido por el viento.
XXVI
Mueve que salgo yo, no significa que
hayas perdido. El puño se ajusta en el centro de la mesa donde va la sal. Las
canciones se parecen a su dueño; los perros buscan pedazos de latón que
arrancamos a las gaveras.
Alguien tranca cuando ajusta las
cuentas. La culpa es del otro. Suelta el tres que yo tengo los timbales. Pégale
al cinco. Y se prende aquella canción del disco Fantasmas, como si la tarde huyera con estos muertos.
Es cuestión de medir la dirección de
los problemas. En este país todos estamos cicatrizando. Nos persigue una señora
con un epígrafe en la etiqueta. Tienes que ver cuál es la salida; entender que
no estás solo en este mundo.
XXVII
En el universo las energías se
reparten. Si no agarraste blanco tienes la casa llena de filamentos. Así es el
carácter en las cuerdas. Aligerar significa andar con la camisa del liceo en el
hombro. Hacerte más leve que las nueces. Botar lo que no hace falta en los
libros.
Repetirse es hallarse; intuir la
mirada. Te comunicas con el resto del mundo cuando eres siempre tú.
Los gallos anuncian que el sol anda
por allí, encendido; que ya viene.
XXVIII
You walk and talk and move around in circles
Traffic.
La mesa donde tengo las canciones
gira. La voz de bambú viene con el sol en la mano. Permiso ahí. Lanzo el doble
seis en la casa de ruda. Ese humo que saltaba cuando se cocinaban las
estrellas. Ese aliento tipo Pilsen.
Redonda y legendaria zigzaguea la
cebada en el cristal. Reposa sobre los rencores de mirar a la calle; rompe el
filo invernadero. Nos hemos bebido todas las pupilas y tenemos otro vacío
esperando.
Orbitar es ver las figuras que siguen
las escaleras; el resplandor que tienes en la boca; la inteligencia del giro
dentro del giro; eso que llaman respeto; esa forma radiante de trabajar la arcilla.
La rotación es la máquina de hacer planetas. Todo da vueltas en el mercado y en
cada átomo de tu pecho. Todos pasan. Yo tranco.
EL CENTRO DEL PIXEL, una selección de poesía inédita del escritor venezolano Carlos Zarzalejo. Parte de su obra poética: poemas en verso y poemas en prosa.
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